Comenzamos el año hilando versos, urdiendo palabras, tejiendo la madeja de nuestro tejido social

Esta Navidad pedimos a las personas que conforman La Rueca que nos escribieran sus palabras, sus buenos deseos, los pensamientos que les inspiran 2018. Como resultado, una nube de palabras, «botones para una muestra de diversidad» a la que Ángela Mª Iglesias García, profesional de La Rueca, poeta y artista, le ha dado una excepcional forma de poema. ¡Feliz 2018!

 

Despedimos el 2017 con las jornadas profesionales,

y también con el convite navideño, así lo facilitó

La Rueca, un espacio para reflexionar y jugar juntas,

celebrar. De nuevo -y desde siempre-, la vida, un poema.

Esta vez, colaborativo; una nube de palabras

-de puño y letra, botones para una muestra de diversidad-

que se condensan, para llover juntas, para regar

todas las flores que han de crecer este año nuevo.

 

De todos los tiempos, a lo largo de la historia, millones

de seres interconectados, fluyendo en ecodependencia.

Si bien algunos ambientes desprenden olor a amoniaco,

no perdemos la esperanza, humanas, nos sabemos parte

y todo, queremos desintoxicar lo contaminado, purificar.

Que se disipen las fronteras invisibles, que instalan

entre una y otra mirada hostilidad, que separan

territorios mentales, que acorazan corazones, que marcan

límites; derribemos todas las fronteras, también las físicas.

Que caigan todos los muros, que reine en la tierra

el poder del amor. Se baña puro el empoderamiento

en las aguas de la empatía, que, con alegría, fluyen

hacia un mar de solidaridad, donde toda valía personal

es para todos, un regalo al común, una fuente de renovación.

 

Tantas somos, tan diversas, criaturas adaptativas,

artesanas de la entrega, profesionales de lo social.

Así es el acogimiento, amparo amable, abrazo de ilusión

y tolerancia, abrigado por el respeto a todos

los ideales, que se intercambian máximas, que acuerdan

mínimos, que caminan juntos hacia la justicia.

Sabemos que hay tragaldabas que quieren zamparse

partes de la realidad, más la realidad es pluridimensional

y contemplamos todas sus formas y colores, todas

las pompas reconocemos, no queremos vivir en una burbuja,

no aisladas de los dolores. Esa es nuestra solidaridad,

hacer propios los dolores ajenos, porque el mundo duele

y sanamos practicando la amistad, afanando con pasión,

confiando en que en el cielo sigan luciendo estrellas, guías.

 

¿Qué importa si esternocleidomastoideo

es la segunda palabra más larga del castellano? Nos gusta

disfrutarla al alfabetizarnos, cada una de sus 22 letras,

y todas juntas, en el aprendizaje colaborativo.

¿Qué importa si ‘compig@’ es aceptado o no

por la Real Academia de La Lengua Española? Importa

que somos compañeras y amigas y que inventamos

neologismos para ajustarnos a la realidad. ¿Qué importa

si se añadió al diccionario la definición de posverdad?

Es antigua la demagogia, original la percepción individual,

inducida la colectiva, más allá del magnetismo, todos

los constructos, y la deconstrucción para redefinirnos.

Así es la transformación, creciente siempre, como la luna.

Operamos en positivo porque sumando coherencia,

sinceridad y humildad, tenemos la medida justa

del trabajo con amor, del que permite ir tejiendo

año tras año, con tesón, las prendas que arropan

cuando el silencio suena, las miradas esquivan, hace frío.

 

¡Por un 2018 en el que, como nabucodonorcitos,

sigamos aprendiendo a vivir en comunidad, en torno a un árbol

que nos de sombra, oxígeno, alegría, horizonte de paz!

 

Queridos Seres Magos, que todos los regalos sean tiempo

para compartir, tiempo para co-crear, tiempo para disfrutar,

y luces para abrir caminos en la sombra, evolucionando juntas.