Minoan Uterus reflexiona sobre la construcción social de la fertilidad femenina y sobre cómo todo aquello que no se ajuste a esta parcela de significados atribuidos queda anulado. Por ello, este proyecto propone repensar la identidad creadora de la mujer más allá de su identidad gestadora.

En antiguas civilizaciones matriarcales como la Minoica (Creta, 2700 – 1450 a. C.) la mujer desempeña el papel de Diosa, Sacerdotisa, Reina y Madre. El cuerpo femenino es sagrado y el útero es la cueva donde se oculta un poder femenino que trasciende la gestación. «Es el acceso metafórico al tenebroso saber enterrado en el interior de la mujer, lugar creativo de las grandes tejedoras que urden el tapiz del mundo y su desaparición» [Gilbert y Gubar (1998) La loca del desván. Madrid: Cátedra].

Sin embargo, en nuestra sociedad capitalista el cuerpo femenino es controlado y reprimido. El útero dañado, enfermo o inexistente convierte a la mujer en un ser inservible, ya que no es capaz de producir hijos ni, por tanto, trabajadores/consumidores que sostengan el sistema.

¿Y si se reivindicara este útero-cueva ineficaz que no cumple con su función como un espacio creativo a explorar?

A través de la desconfiguración y el remembramiento de imágenes icónicas como la serpiente (símbolo del renacimiento), el ánfora (cuerpo femenino), el espejo (desidentificación) o la mancha (fluidos internos), la idea de infertilidad femenina sufre un proceso de mutación. La tumba-útero se convierte en un espacio rebosante de imaginación y poder que fractura el proceso de mecanización y transformación del cuerpo femenino en un simple aparato de producción de nuevos trabajadores. Así, el útero

defectuoso se convierte en agente insurgente, fecundando un arquetipo femenino subversivo que confronta al modelo capitalista patriarcal existente.

 

«He vuelto

A vivir dentro de las cuevas:

Y cerca de mi puede que habiten dos o tres,

Cuyos sueños también se complacen con lo fantástico».

 

Fragmento de “An Island”, extraído de The poetical works of Elizabeth Barret Browning.

 

A Tara Zarminska le gusta darle la vuelta al proceso artístico y empezar por el final.       

La explicación se manifestará, o no, luego.

Lo interno, lo cotidiano, el cuerpo y la repetición son sus fijaciones.     

La casualidad, su hábitat.

También le gusta el brócoli, arropar gatitos y brincar por el campo.

Racionalizar mata todo. Viva el despropósito.

 

Os animamos a que vengáis a visitarla en el CEPI Centro Arganzuela, desde el 15 de septiembre al 20 de Octubre, en la Calle Arquitectura, 15 duplicado.